El sentimiento que todos hemos tenido alguna vez, el cual su imagen mental es un corazón palpitante y cuando se habla de este se tiende a indicar una pareja. Sin embargo, el amor está en estallidos biológicos y en hormonas como la testosterona, dopamina, oxitocina y vasoperina…entre otras. Pero no está únicamente el amor a la pareja, sino también a los amigos y a los ideales. Este desorden genético, que a todos nos sucede, es el causante de que varíen incluso nuestros síntomas vitales, ya que ocurre en el cerebro. Es un momento donde sentimos atracción, afecto, deseo llevado a la locura y un caos terrible de emociones. Sí, el instante más idílico de una pareja son compuestos químicos. Si bien, como dije, no sólo hay este tipo de amor, sino cientos y cada persona lo demuestra de forma distinta.
El amor de pareja:
Surge como una atracción animal, un sudor frío recorre tu cuerpo y tus labios se lanzan a pegarse a los de otro. Tus manos, qué decir de tus manos, recorren desenfrenadamente su figura y gimes en un éxtasis demasiado placentero llamado sexo. Tu piel es tan sensible como la de tu acompañante, muerdes, lames y acaricias para sentir el deseo involuntario de tu organismo. Y ahí estás, empapado en medio de sábanas blancas y observando a tu pareja con una mirada de loco. La luz está apagada o encendida, hay incienso o velas, las flores o la ropa por el suelo, no importa. Estás ahí, desesperado. Gimes, estallas, gritas, aúllas, te intoxicas de felicidad y caes agotado sobre tu pareja. Besas sus labios, susurras palabras tiernas y acaricias su rostro como si fuera la última vez. Te has convertido en un animal, ya no eres un hombre. La locura te enajena por completo. Esto es el amor, el amor de pareja, el sexo, la máxima expresión y algo cotidiano que no debe ser buscado, sino que venga como vienen las olas del mar golpeando acantilados.
Sin embargo, el día a día es otra cosa. Hay momentos tiernos, caminar de la mano o conversar sobre asuntos importantes, la convivencia y sobretodo escucharse o entenderse con un único gesto. La voz, el tono de voz se hace más suave, a la vez más brusco en medio de la cama, y sucumbes a los regalos caprichosos que crees que le harán feliz.
Son dos etapas la del deseo y la del romanticismo, casi siempre unidas de la mano.
La tercera es el apego, la necesidad, y ese sentimiento de vacío que dejan en nuestras entrañas cuando se está lejos. Es el momento donde todos inician planes de convivencia extrema, vivir juntos, y de fundar una familia, con o sin hijos. El colmen del amor para muchos.
Entonces el final. Algunos dejan de amar, otros siguen haciéndolo hasta el final de sus días. Es la chispa, si la chispa se deja encendida esta no se va, no hay que apagar el fuego.
El amor a los seres queridos:
Sí, el sentimiento de apego y felicidad cuando estás con familiares o amigos. No es un sentimiento de unión sexual o sentimental, sino más bien de supervivencia y empeño mutuo. Las familias surgieron para protegerse, para llevar a cabo entendimiento y conocimientos hacia todos los miembros. Las crías debían ser salvadas, los amigos eran aliados y los ancianos venerados por su experiencia.
El amor a los ideales:
Es lo que aprendemos del mundo, de las experiencias de nuestro entorno afectivo (familia, antiguas parejas, amigos, jefes…) usualmente vienen en los primeros años de vida, se van cuajando lentamente hasta llegar a la madurez, tras la adolescencia. A veces, uno crece antes que el resto y esto puede afectar positivamente, en otros casos contrarios a este la inmadurez genera problemas sociales. Los ideales van desde el respeto, la tolerancia, la igualdad, la generosidad incluso con extraños…Últimamente, en esta sociedad dopada para ganar y con exceso de necesidad de ascensos rápidos, aunque sea aplastando a un compañero, nos dejan sin ideales y machacamos súbitamente al resto. El respeto al trabajo es fundamental, si alguien crea una obra no ha de plagiarse, ya que esta, y cualquiera, son sentimientos y pensamientos del autor.
Yo afortunadamente tengo los tres amores. El amor a la pareja, el amor a los amigos y a la familia, el amor a los ideales que a veces interrumpen a los segundos y cortan lazos, perdiéndolos en la nada. Tengo reglas, cuando me conocen se ven a leguas y se deben de acatar, como yo acato las del resto por mero respeto, pero cuando me fallan aún así los abandono. ¿Soy cruel? Quizás sí, no lo sé.
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