-¡Oh! ¡Vida mía! Sonríe un poco, el mundo está gris-
Dijiste aquello bajo tu parasol, en aquel enorme jardín, mientras paseábamos sin rumbo fijo. Yo me quedé parado contemplándote y entonces sonreí.
No sonreí por tus palabras, ni por el mundo gris, ni brindé mi sonrisa al clima agradable que soportábamos - o más bien no soportaba - sino sonreí porque tu sonrisa formuló otra en mis labios y me sentí dichoso de sentirla para mí.
En ese jardín no había niños, ni mujeres paseando, ni hombres fumando y leyendo el periódico, ni ancianos recordando el pasado, ni adolescentes tirados en el pasto hablando de política o de la última moda. En ese jardín no había flores, ni pasto, ni viento, ni árboles, ni pájaros, ni farolas, ni piedras... en ese jardín sólo estabas tú con tu hermosa y encantadora sonrisa esperando que yo te correspondiera.
-Te quiero.
Susurré arrodillándome ante ti, tus mejillas se colorearon en ese mismo instante, y creo que yo volví a sonreír.
-Sabes que yo también.
Y es así princesa, como ambos nos brindamos una cálida sonrisa... una sonrisa cómplice de amor sincero y real.
Dijiste aquello bajo tu parasol, en aquel enorme jardín, mientras paseábamos sin rumbo fijo. Yo me quedé parado contemplándote y entonces sonreí.
No sonreí por tus palabras, ni por el mundo gris, ni brindé mi sonrisa al clima agradable que soportábamos - o más bien no soportaba - sino sonreí porque tu sonrisa formuló otra en mis labios y me sentí dichoso de sentirla para mí.
En ese jardín no había niños, ni mujeres paseando, ni hombres fumando y leyendo el periódico, ni ancianos recordando el pasado, ni adolescentes tirados en el pasto hablando de política o de la última moda. En ese jardín no había flores, ni pasto, ni viento, ni árboles, ni pájaros, ni farolas, ni piedras... en ese jardín sólo estabas tú con tu hermosa y encantadora sonrisa esperando que yo te correspondiera.
-Te quiero.
Susurré arrodillándome ante ti, tus mejillas se colorearon en ese mismo instante, y creo que yo volví a sonreír.
-Sabes que yo también.
Y es así princesa, como ambos nos brindamos una cálida sonrisa... una sonrisa cómplice de amor sincero y real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario