lunes, 23 de mayo de 2011

La sonrisa de una princesa

-¡Oh! ¡Vida mía! Sonríe un poco, el mundo está gris-

Dijiste aquello bajo tu parasol, en aquel enorme jardín, mientras paseábamos sin rumbo fijo. Yo me quedé parado contemplándote y entonces sonreí.

No sonreí por tus palabras, ni por el mundo gris, ni brindé mi sonrisa al clima agradable que soportábamos - o más bien no soportaba - sino sonreí porque tu sonrisa formuló otra en mis labios y me sentí dichoso de sentirla para mí.

En ese jardín no había niños, ni mujeres paseando, ni hombres fumando y leyendo el periódico, ni ancianos recordando el pasado, ni adolescentes tirados en el pasto hablando de política o de la última moda. En ese jardín no había flores, ni pasto, ni viento, ni árboles, ni pájaros, ni farolas, ni piedras... en ese jardín sólo estabas tú con tu hermosa y encantadora sonrisa esperando que yo te correspondiera.

-Te quiero.

Susurré arrodillándome ante ti, tus mejillas se colorearon en ese mismo instante, y creo que yo volví a sonreír.

-Sabes que yo también.

Y es así princesa, como ambos nos brindamos una cálida sonrisa... una sonrisa cómplice de amor sincero y real.

No hay comentarios: