miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tú, el rey del glam

Encontré tu sombra tras el final del arcoiris.

Tus ojos azules cansados, tu piel pálida y tus labios manchados de purpurina, fueron lo primero que conocí de ti. Después fue tu risa y tus uñas negras de gato negro abandonado en el tejado de la música.

Eras delgado, bajito y con un rostro que sólo un ángel podía tener. Odiabas ser tan flaco, decías que parecías de alambre, y querías rellenar bien aquellos pantalones de pitillo de los años 70. Parecías perdido, no encontrabas el camino, y me hablabas de un concierto que jamás habías visto.

-¡Mira! ¡Un elefante en el cielo!-exclamaste riendo a pura carcajada.

Aquella nube tenía más parecido a un corazón que a un elefante, pero tú parecías ser contradictorio y tu imaginación volaba sin necesidad de drogas ni dulces aditivos.

Ajeno a todo, atento a todo y con una sonrisa dulce en los labios... me enamoraste.

Joven andrógino, de estatura de niño y corazón de Peter Pan anclado en los sueños de un drogadicto.

Fumabas con la sutileza que tienen los gatos al caminar, con una caída de párpados que hacían suspirar incluso a las flores que pintaste en aquel muro... deseabas ir hacia los bosques perdidos que nunca conociste y que echabas de menos. Eras un loco extraño, el loco del cual me enamoré un día y que dejé escapar para que siguiera disfrutando de una vida amarga... amarga pero divertida.

¿Y qué fue de ti? Hoy creí que hablaron de ti en la radio, que te nombraron, pero luego terminé pensando que estaba loco.

Vi tu foto en un cartel del un concierto que jamás vi anunciado, sonreías como aquel día y supe que sí eras tú.

Estabas algo más grueso, con ciertas curvas que te hacían ver más cercano a las de una chica y a la vez con una mirada varonil, sin dejar de ser un niño. Esas inmensas pestañas coronaban tus dulces ojos azules de gato, de felino buscando un lugar de descanso y un amo que le maúlle.

Yo me enamoré de ti. Tú te enamoraste de David Bowie y jamás dejaste de bailar con él en aquel laberinto. Yo te perseguía. Tú bailabas en medio de un concierto donde cientos de almas rugían como guitarras eléctricas.

Tú la estrella, yo el don nadie... pero pude imaginarte y un día serás real.

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