Mírame mis ojos son también tuyos,
hundidos, oscuros, inquietos y
deformes.
La hilera de blancos dientes sonríen,
casi cantan las palabras que la lengua
contiene.
La piel que cubre tu joven cuerpo
es como la de un frío y rápido
reptil,
eres sin duda el camaleón bien
vestido.
Tus manos son las de un pianista ciego,
tocan notas en el aire buscando
sinfonías.
Tus pies son ambos zurdos y tropiezas,
eres tan torpe como ágil cuando
colocas la máscara.
Tú eres yo, yo soy tú, y bailamos un
vals.
Jugamos a mentirnos mutuamente,
el espejo es el vínculo y puerta a
ambos muros.
No desesperes, algún día seré tu
nuevo amo.
Poema propio como todos, dedicado a los escritores noctámbulos y a los locos.
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