¿Y si te digo que te amo?
¿Y si siento que las palabras quedaron escasas?
Princesa, tú y yo vivimos en un sueño eterno donde luchamos por continuar existiendo. Nuestros corazones palpitan y nuestras miradas se cruzan. Las manos entrelazadas, las almas fundidas en una, y nuestros sentimientos dando calma a nuestras almas. Y sin embargo, ahí fuera estamos luchando... fuera de nuestras mentes sufrimos las embestidas del destino. No sueltes mi mano princesa, no la sueltes. Quiero poder sentir el calor de tus manos, tus finas y suaves manos, junto a las mías grandes y algo toscas.
Soy la bestia del castillo, ese que te esperaba para tomarte entre sus brazos y rogarte comprensión. No tuve que hacerlo, te ofreciste a ello tomándome del rostro y haciéndome perder la cabeza. He dejado de sentir heridas, tú las sanas con tu presencia. Y yo siento que a veces te doy poco o nada...
Pero, por favor... no sueltes mi mano, deja que te lleve al laberinto que crece y crece... deja que te regale la rosa que no se marchita jamás y pueda besar tus labios para que no despiertes ya nunca más. Quédate conmigo, podremos invitar a nuestros amigos para compartir la felicidad. Y finalmente sentir que estamos completos, en medio de la locura subidos a un tablero de ajedrez.
¿Eso es amor?
Yo lo daría todo por tu felicidad, daría todo por una sonrisa en tu rostro.
Oh, cariño... te amo más de lo que puedo describir ¿Tú me comprendes? Sé que lo haces cuando escuchas mi voz temblorosa susurrarte... Je t'aime... y sin embargo son tan breves las palabras y tan intenso lo que siento... que debo describirlo con todo lujo de detalles.
Tiemblo cuando te escucho, sueño con tu voz como canto de sirena y me dejo guiar por los pasillos de mi atormentada alma sin miedo alguno.
Me quedo mudo, siento que las palabras se apelotonan en mi garganta y termino susurrando que te amo... torpes palabras de amor... breves poemas y simples canciones que quizás casi ni puedes escuchar.
Mi estómago se revuelve, igual que mis pensamientos... pero todo se calma si te escucho, si sé que estás ahí... comprendiendo lo que siento.
He sobrevivido toda mi vida a mil guerras, pero sé que no podría vivir de igual modo si te fueras. Dejarías un hueco tan enorme que me desquiciaría y jamás sabría suplirlo. Sobreviviría, sí... pero con una enorme herida. Porque tú eres la paz que le faltaba a mis días.
¿Y si siento que las palabras quedaron escasas?
Princesa, tú y yo vivimos en un sueño eterno donde luchamos por continuar existiendo. Nuestros corazones palpitan y nuestras miradas se cruzan. Las manos entrelazadas, las almas fundidas en una, y nuestros sentimientos dando calma a nuestras almas. Y sin embargo, ahí fuera estamos luchando... fuera de nuestras mentes sufrimos las embestidas del destino. No sueltes mi mano princesa, no la sueltes. Quiero poder sentir el calor de tus manos, tus finas y suaves manos, junto a las mías grandes y algo toscas.
Soy la bestia del castillo, ese que te esperaba para tomarte entre sus brazos y rogarte comprensión. No tuve que hacerlo, te ofreciste a ello tomándome del rostro y haciéndome perder la cabeza. He dejado de sentir heridas, tú las sanas con tu presencia. Y yo siento que a veces te doy poco o nada...
Pero, por favor... no sueltes mi mano, deja que te lleve al laberinto que crece y crece... deja que te regale la rosa que no se marchita jamás y pueda besar tus labios para que no despiertes ya nunca más. Quédate conmigo, podremos invitar a nuestros amigos para compartir la felicidad. Y finalmente sentir que estamos completos, en medio de la locura subidos a un tablero de ajedrez.
¿Eso es amor?
Yo lo daría todo por tu felicidad, daría todo por una sonrisa en tu rostro.
Oh, cariño... te amo más de lo que puedo describir ¿Tú me comprendes? Sé que lo haces cuando escuchas mi voz temblorosa susurrarte... Je t'aime... y sin embargo son tan breves las palabras y tan intenso lo que siento... que debo describirlo con todo lujo de detalles.
Tiemblo cuando te escucho, sueño con tu voz como canto de sirena y me dejo guiar por los pasillos de mi atormentada alma sin miedo alguno.
Me quedo mudo, siento que las palabras se apelotonan en mi garganta y termino susurrando que te amo... torpes palabras de amor... breves poemas y simples canciones que quizás casi ni puedes escuchar.
Mi estómago se revuelve, igual que mis pensamientos... pero todo se calma si te escucho, si sé que estás ahí... comprendiendo lo que siento.
He sobrevivido toda mi vida a mil guerras, pero sé que no podría vivir de igual modo si te fueras. Dejarías un hueco tan enorme que me desquiciaría y jamás sabría suplirlo. Sobreviviría, sí... pero con una enorme herida. Porque tú eres la paz que le faltaba a mis días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario