Era un día tórrido, de esos que sientes que ni siquiera el aire acondicionado te libra de una muerte por lipotimia. El sol no se quería marchar, se negaba a irse y ya eran pasadas las nueve de la tarde. Sentía que mis manos se volvían sudorosas y me decía a mí mismo “Regresa de una buena vez a Londres”.
Había estado todo el día encerrado en mi habitación del hotel, necesitaba tiempo para mí y a solas. Frente al espejo terminé de maquillarme, colocarme la ropa y empezar a darle los últimos detalles a mí nuevo personaje. Mi acento y mi voz eran completamente distintos, tanto es así que incluso la recepcionista se extrañó cuando bajé pidiendo que no entraran a limpiar. No quería que vieran mi colección de pelucas, trajes y documentos importantes.
Cuando me senté en el hall de entrada, leyendo mi periódico y mostrándome triunfador, sentí que tal vez se complicaría todo. La persona que quedó frente a mí, mi confidente y próxima víctima, me miraba embelesado. No dije nada, durante unos minutos obvié su presencia hasta que terminé sonriendo.
-¿Y bien?
-Tengo todo, lo he puesto a tu nombre como te dije. Confío que el negocio sea perfecto, que tú y yo podamos...
-Oh, sí claro.-dije tomando el maletín con los documentos dejando mi rubrica en ellos.
-¿Mañana nos veremos?-interrogó.-Ya he comprado los billetes para el jueves.
-Nos veremos mejor en el aeropuerto, si tu tía nos ve juntos podríamos salir mal parados. Estoy deseando de poder realmente estar a solas contigo.-respondí con una sonrisa amable, de esas que desprendía un cierto toque romántico e intelectual.
-Claro.
Me levanté acomodando uno de mis gemelos, tomando el maletín con los documentos originales. Había conseguido quedarme con su herencia, como tutor legal, y él con una fantasía que jamás se haría real.
Al llegar a mi habitación me cambié de nuevo, guardé todo en mi maletín y salí con otro de mis disfraces. Esa misma noche llegaría finalmente a Londres. Con aquellos documentos sacaría toda su fortuna y vendería todo su patrimonio, lo llevaría a una de mis tantas cuentas falsas y de estas las distribuiría entre otras, después terminaría sacando el dinero para finalmente disfrutarlo.
Soy Dorian Lambert... puedo ser cualquier persona e incluso puedo estar sentado a tu lado.
Había estado todo el día encerrado en mi habitación del hotel, necesitaba tiempo para mí y a solas. Frente al espejo terminé de maquillarme, colocarme la ropa y empezar a darle los últimos detalles a mí nuevo personaje. Mi acento y mi voz eran completamente distintos, tanto es así que incluso la recepcionista se extrañó cuando bajé pidiendo que no entraran a limpiar. No quería que vieran mi colección de pelucas, trajes y documentos importantes.
Cuando me senté en el hall de entrada, leyendo mi periódico y mostrándome triunfador, sentí que tal vez se complicaría todo. La persona que quedó frente a mí, mi confidente y próxima víctima, me miraba embelesado. No dije nada, durante unos minutos obvié su presencia hasta que terminé sonriendo.
-¿Y bien?
-Tengo todo, lo he puesto a tu nombre como te dije. Confío que el negocio sea perfecto, que tú y yo podamos...
-Oh, sí claro.-dije tomando el maletín con los documentos dejando mi rubrica en ellos.
-¿Mañana nos veremos?-interrogó.-Ya he comprado los billetes para el jueves.
-Nos veremos mejor en el aeropuerto, si tu tía nos ve juntos podríamos salir mal parados. Estoy deseando de poder realmente estar a solas contigo.-respondí con una sonrisa amable, de esas que desprendía un cierto toque romántico e intelectual.
-Claro.
Me levanté acomodando uno de mis gemelos, tomando el maletín con los documentos originales. Había conseguido quedarme con su herencia, como tutor legal, y él con una fantasía que jamás se haría real.
Al llegar a mi habitación me cambié de nuevo, guardé todo en mi maletín y salí con otro de mis disfraces. Esa misma noche llegaría finalmente a Londres. Con aquellos documentos sacaría toda su fortuna y vendería todo su patrimonio, lo llevaría a una de mis tantas cuentas falsas y de estas las distribuiría entre otras, después terminaría sacando el dinero para finalmente disfrutarlo.
Soy Dorian Lambert... puedo ser cualquier persona e incluso puedo estar sentado a tu lado.
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