sábado, 2 de julio de 2011

Soy Dorian Lambert

Era un día tórrido, de esos que sientes que ni siquiera el aire acondicionado te libra de una muerte por lipotimia. El sol no se quería marchar, se negaba a irse y ya eran pasadas las nueve de la tarde. Sentía que mis manos se volvían sudorosas y me decía a mí mismo “Regresa de una buena vez a Londres”.

Había estado todo el día encerrado en mi habitación del hotel, necesitaba tiempo para mí y a solas. Frente al espejo terminé de maquillarme, colocarme la ropa y empezar a darle los últimos detalles a mí nuevo personaje. Mi acento y mi voz eran completamente distintos, tanto es así que incluso la recepcionista se extrañó cuando bajé pidiendo que no entraran a limpiar. No quería que vieran mi colección de pelucas, trajes y documentos importantes.

Cuando me senté en el hall de entrada, leyendo mi periódico y mostrándome triunfador, sentí que tal vez se complicaría todo. La persona que quedó frente a mí, mi confidente y próxima víctima, me miraba embelesado. No dije nada, durante unos minutos obvié su presencia hasta que terminé sonriendo.

-¿Y bien?

-Tengo todo, lo he puesto a tu nombre como te dije. Confío que el negocio sea perfecto, que tú y yo podamos...

-Oh, sí claro.-dije tomando el maletín con los documentos dejando mi rubrica en ellos.

-¿Mañana nos veremos?-interrogó.-Ya he comprado los billetes para el jueves.

-Nos veremos mejor en el aeropuerto, si tu tía nos ve juntos podríamos salir mal parados. Estoy deseando de poder realmente estar a solas contigo.-respondí con una sonrisa amable, de esas que desprendía un cierto toque romántico e intelectual.

-Claro.

Me levanté acomodando uno de mis gemelos, tomando el maletín con los documentos originales. Había conseguido quedarme con su herencia, como tutor legal, y él con una fantasía que jamás se haría real.

Al llegar a mi habitación me cambié de nuevo, guardé todo en mi maletín y salí con otro de mis disfraces. Esa misma noche llegaría finalmente a Londres. Con aquellos documentos sacaría toda su fortuna y vendería todo su patrimonio, lo llevaría a una de mis tantas cuentas falsas y de estas las distribuiría entre otras, después terminaría sacando el dinero para finalmente disfrutarlo.

Soy Dorian Lambert... puedo ser cualquier persona e incluso puedo estar sentado a tu lado.

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