jueves, 10 de noviembre de 2011

Ecos del fin del mundo.

A lo lejos aún resuena tu voz,
como una vieja canción de cuna
que adormece mi tristeza.
Sonrío de nuevo recordando tu rostro,
a pesar que puedo contemplarlo mil veces
en aquellas viejas y apolilladas fotografías.
Han pasado tantos años, tantos momentos,
que no recuerdo cual es la fecha del último día.
El fin del mundo vino cuando te fuiste.

Soy un seguidor sin Mesías.
Soy los clavos de la cruz sin sangre.
Soy el último guerrero con honor,
mi estandarte está sucio de barro y sangre.

Suenan tus últimas palabras de apoyo,
como si fueran recitados en oración.
Mis muros de piedra siguen con entereza.
Las lágrimas bañan mis ojos, puedes verlo.
Han pasado tantos días en el calendario,
todos fueron arrancados de cuajo
como flores que germinan en los cementerios.
El gris humo de tu alma resplandece
como si fuera la última profecía.

Soy un apóstol sin epifanía.
Soy las espinas de la corona sin sangre.
Soy el último hombre con honor,
mi alma está sucia por la crueldad y tu sangre.

No te olvido, no te olvidan.
Tu nombre ya suena a viejo,
como tu rostro lleno de arrugas
y tus manos siempre frías.
No te olvido, no te olvidan.
Las campanas siguen repicando en tu nombre.
Gracias por todo, por todo.

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