lunes, 14 de noviembre de 2011

Felicidad

Apoyada sobre los pétalos de tu vestido, estirándolos con cuidado para ocultar tus torneadas piernas, y sonriendo como si el mundo no hubiera conocido jamás tus lágrimas... así te hallé. Jugabas con un paraguas hecho con nenúfares y tallos de margaritas. Sé que te sentías diminuta semilla de esperanza, a pesar de las terribles pesadillas que podías vislumbrar con tus tiernos ojos.

Te llamé ilusión, aunque ya poseías un nombre, y tú lo aceptaste como si fuera lo más normal del mundo. Decidiste aceptar que camináramos juntos, entre la hierba alta de aquel jardín de fantasía salvaje. Reías cantando una canción que desconocía, igual que el idioma que usabas. Parecía un hechizo, aunque podría jurar que ya estaba atrapado en uno.

Me sentía feliz, pero al girarme ya no te vi y caí en este mundo lleno de tinieblas. No encuentro tu sol, que es tu risa, ni la luna de tu piel. No puedo hallarte. Y en mis sueños puedo sentir incluso tu perfume. No sé quien eres, no sé que eres... pero te extraño y deseo atraparte aunque sea durante una única noche.

¿Tú eras felicidad? Porque a ella me recuerdas, caprichosa y breve...

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