jueves, 29 de diciembre de 2011

Despierta

Noches eternas, sin luz ni luna, donde la única brisa de cambio es el aroma de una lágrima. Las viejas fotografías siguen colgadas en el pasillo de los recuerdos, sonrisas que no volverán y derrotas que aún siguen hiriendo. Pasando por allí, a tientas y ciegas, sientes que te derrumbas. Reconoces quienes están allí, pero no eres capaz de ver nada, y todo es por la rugosidad del papel con el cual están hechos los sueños, pesadillas y recuerdos.

¿Qué es real? ¿Qué es sólo una ilusión? Tal vez, ni siquiera tú eres real. ¿A caso importa? El dolor es tan agudo como una bala, muerde la piel de alrededor mientras sientes que quema como si fuera un acero hecho en las fraguas de Hefesto. Quieres gritar, pretendes hacerlo, pero no puedes. Lo más que puedes hacer es llorar sin hacerlo, simplemente lamentándote mientras una nueva huella de tu pie, descalzo y sangriento, hace muesca en la sala con suelo parecido al pantano del olvido.

¿Qué recuerdas realmente? ¿Hay algo que puedas no olvidar? Has olvidado sonreír, también ser tú mismo, mientras el antifaz que te colocaste cada vez se queda más grande y oculta más quién eres realmente. ¿Pero existe? ¿O quizás dejaste de existir hace tiempo?


¡Despierta!

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