miércoles, 7 de diciembre de 2011

Violines para el gigante

Cada nota musical sacada de sus secas muñecas,
hijas de la tortura y de sueños terroríficos,
parecían encadenar trozos de su quebrada alma.
Se difuminaban con un aroma melancólico,
como si quisieran impregnar el mundo con lágrimas.

Cada nota nos mojaba en tormentos de lluvia helada,
relámpagos que iluminaban sus ojos con pavor
y que en sus labios bailaban palabras de disculpa
como si fuera un robot sin alma, sin vida.
El violín tocaba esperando que ella lo tomara.

Música fúnebre para el hada de las rosas,
la cual descansaba sobre tulipanes azules
y margaritas envenenadas como las manzanas
que a veces poblaban sus mejillas blancas.
En su vestido blanco bordados están sus castigos.

En la basta tundra camina el gigante,
pasos de plomo y ojos de demonio atroz
mientras en su corazón guarda dulces sentimientos
que quiere brindar a la luciérnaga que ilumina todo.
Dulces recuerdos inexistentes para su vacío cuerpo.

Cada nota que tocó la bailó en su tormento,
como si fuera presa de un encantamiento.
Ahora sus manos se alzan hacia la nada,
mientras el gigante seguro de sí mismo la llama.
Tal vez hoy sanen sus heridas, tal vez mañana.

No hay comentarios: