Subida al carrusel inexistente,
dejando que sus alas se entumezcan
y que el violín caiga en silencio.
Sumergida en sus tétricos sueños.
Canta mi hermosa luciérnaga,
canta para que brilles tenue
y quizás así pueda rescatarte.
Solloza una sonrisa en silencio.
Alas de libélula azul caen a tus pies,
mientras que el carrusel no cesa.
Y el movimiento de tu cuerpo
se vuelve cada vez más frágil.
Encerrada como ave cantora,
con grilletes de reo peligroso,
has vivido todos estos años
aferrada a tu único amigo, el violín.
Las campanas empiezan a repicar,
es la hora de la oración por tu alma.
Plumas blancas caen del cielo
como si fueran pequeños copos de nieve.
La sangre se vuelve tu vestido,
cubre tus muñecas y tu vientre
mientras mis pasos apurados
resuenan en la lejanía más próxima.
Subida en el carrusel de la inocencia
dejaste que te dañaran por placer,
mientras que yo sollozo junto a tu cuerpo
el cual tirita de miedo mientras enmudeces.
Yo curaré tus heridas, besaré cada una
y te llevaré al mundo de la fantasía.
Serás mi luciérnaga, mi dulce ninfa
y viajaremos por la estepa florida.
Dulces cantos de mujer, mundos de seducción y amargura.
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