martes, 14 de mayo de 2013

Son de las campanas de París


Son las campanas las que suenan en la lejanía,
son las luces del alba lo que veo allá a lo lejos...
es mi cuerpo entre llamas la antorcha más hermosa.
¡Por favor! ¡Dios o Satanás calma mi agonía!

Entre ascuas siempre estará mi alma,
no hay porción de tierra santa para los suicidas.
No me quieren ni en el paraíso
y menos me admiran en el infierno.

Vagaré por la tierra, como mis cenizas,
y sentiré la fría escarcha caer
aunque sea verano y el sol esté despuntando...
el lamento del vampiro se seguirá alzando.

Francia, noche de luna llena y fuego.
¡Sacrilegio! ¡Adiós infinito! Dolor agudo.
¿Y dónde están las campanas de Notre Dame?
¿Por qué no rezan por mi alma una vez más?

Y en el viejo emplazamiento del teatro,
donde ya nada queda, siquiera una máscara de carnaval,
se puede escuchar mi violín alzando.
Seré el fantasma que alumbre tus noches, París.  

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