sentimientos fugaces sin tiempo
que se convertían en recuerdo
y morían entre los harapos de la vida.
Espíritu inquieto de dulce aroma
que se personó un día
y me habló de mundos intangibles
¡Esperé entonces mi condena!
Y ahí, en el limbo del paraíso,
supe que creía en ti
y en esos traicioneros sueños.
Por ello, supe que te amaba sin
remedio.
¡Loco poeta que pinta versos
en los cuadros de la pared de tu alma!
¡Y que embelesado de tu especial
ternura
la cual se esconde en tus ojos de gran
belleza!
Me he convertido en un romántico
que busca estrellas entre las gotas de
lluvia...
y tú, tú te has convertido en
principio y fin
dejando atrás el sufrimiento de mis
siglos.
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