Búscame en las lágrimas caídas,
esas que ya nadie recuerda.
Seré el ángel de tus miserias
y desdichas pasadas, presentes y
futuras.
Me alzaré como ave oscura en un día
de invierno,
traeré entre mis plumas el mal
augurio.
Llorarás por mí en cada nota de mi
violín,
llorarás también por ti.
Mírame estoy aquí sin apenas fuerzas,
pero me mantengo en pie.
Soy el recuerdo que arde en llamas,
como papel en la leña de tu hogar.
Recuerda mis partituras, toma mi
instrumento
y mece con celo tu cuerpo.
Búscame en los caminos polvorientos,
esos convertidos en serpientes.
Ya estoy llegando, ya me estás
sintiendo.
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