Alas negras cubriendo tu espalda,
tan espesas como el alquitrán
y tu rostro muestra la miseria
que ves en las almas que fracasan.
Tienes tu propio trono de esqueletos,
los mismos que bailan en el infierno
mientras tú sollozas por la libertad.
Te han quitado el cielo y el canto de
las aves.
Tú eres el ave en la jaula de fuego,
el misterio que jamás ha sido
revelado.
Guardián de almas en desgracia y
dolor,
no te derrumbes porque el mundo te
necesita.
Dios te condena, igual que sus
seguidores,
son los apóstoles de la ceguera infame
y otros te adoran creyéndote malo
¿por qué nadie escucha tus oraciones?
Puedo escuchar el latido de tu pecho,
suena a violines trágicos y pianos
tristes.
Tus garras son manos níveas tan
cálidas
como las lágrimas que derramas hasta
tus labios.
Lavaré y besaré tus pies esta noche,
permite que sea tu compañero por hoy
y mañana expulsa a éste intruso...
Hazlo por el amor que te queda.
Creado para El Jardín Salvaje
Homenaje a Memnoch
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