lunes, 26 de agosto de 2013

Leyenda

Recuerdo las flores marchitas
la nieve, la escarcha y el frío
como recuerdo las notas del violín
meciéndose entre las chimeneas.
Recuerdo aquellos angustiosos días.

El violín, mi violín, el que murió conmigo.
La noche, las cenizas, las ascuas ardientes...
bailes de brujas y hechizos venidos del infierno
para hundirte en el paraíso de almas sin retorno.

Recuerdo el crujir de la madera
y como caían las partituras del cielo
mientras los ángeles no se conmovían.
El alba estaba lejana igual que la luna.
Recuerdo la capilla y el olor a cera.

¿Recé por mi alma alguna vez en mi vida?
No recuerdo si el miserere era para mí
y si La Virgen lloró lágrimas para mí, su hijo.
Sólo sé que me quemé como las viejas leyendas de Auvernia.

Recuerdo, eso soy para ti ¿no es así?
Y soy uno que te resulta amargo e ingrato.
Porque mi mundo era oscuro y tú te volviste luz,
pero la luz me cegaba y era hielo abrasador.

Recuerdo en mis labios aquel sabor carmesí.  

No hay comentarios: