Las luces de bohemia de tu rostro
iluminan mi camino,
seducen mi alma condenada y enjaulan mi
dolor.
Mírame, soy otro distinto.
Acéptame con mis derrotas y victorias,
con el corazón.
Vine a ti hambriento de sueños,
con el polvo del camino pegado en mis
lágrimas.
Tú me limpiaste el rostro con la
esperanza
y te convertiste en la musa de mi
empeño.
Deja que el color lozano de tu piel
envuelva la mía en una noche sin
estrellas,
sin luna, sin luces de neón y sin
amargas pesadillas.
Permite que hoy sea nuestra luna de
miel.
Acurrucados en una cueva alejados del
mundo,
de las flaquezas del alma de los
mentirosos comunes,
presos de la locura más deliciosa que
es el amor...
Sucumbiré, marcaré junto a ti mi
rumbo.
Seré barco velero en medio de una
tormenta
de indecentes palabras, seductoras
miradas
y ríos oscuros de deliciosa tinta de
absenta.
Tú serás la sirena de mi mascarón
colorida y lacada.
Amor mío, acéptame porque he estado
perdido...
Y ahora veo la luz mientras nos
convertimos en demonios,
bailando suavemente entre las sábanas
de tu cama
que he decidido llamarla patria de mi
alma.
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