lunes, 10 de agosto de 2015

Violencia

Violencia


La violencia se ha utilizado siempre para oprimir a otros, sin embargo han existido revoluciones violentas para alzar la voz contra el represor. La violencia está intrínseca en el ser humano, es como un veneno que cabalga por la sangre y comulga con nosotros en cada uno de nuestros pecados. Si bien, cuanto más avanzada es la sociedad, o cuanto más avanzada cree estarlo, desea dejar atrás esa parte brutal y despreciable de nuestras almas. La violencia, o el estallido violento, se cura formando a otros e intentando demostrar que una palabras, o una serie de leyes, pueden darnos la razón sin vernos obligadoa a usar las lanzas, antorchas y rastrillos como podía usar el pueblo sublevado frente a los más opulentos en otras épocas o las armas violentas que podemos ver en las guerras actuales.

La violencia debería ser erradicada, pero eso es una utopía demasiado atractiva. Actualmente la violencia tiene miles de envases y formas, está condenada por la sociedad y se alza como uno de los puntos más oscuros que posee el ser humano. La violencia es condenable en todas sus formas, pero a veces es necesaria cuando el ser humano se ve aplastado por las injusticias. Necesaria no siempre tiene ser aceptable o no debe aceptarse como algo habitual.

Actualmente las leyes amparan al ser humano frente a la violencia en cualquiera de sus facetas. Si bien, las leyes pueden terminar generando injusticias. Sobre todo las leyes positivas hacia sucesos violentos que suelen calificarse de machistas.

La mujer ha sido objeto de deseo, poder y también mercancía clásica en el pasado, y por desgracia, también en el presente. Debido a ello el movimiento feminista se alzó finalmente levantando la voz, mostrándose enérgicas, y pidiendo los mismos derechos y deberes que el hombre. Querían ser equiparadas al género masculino. Es algo noble, sensato y necesario. Una sociedad realmente moderna, abierta de mente y con principios de igualdad claros, busca como objetivo primordial que todos sus ciudadanos, independiente de cualquier variable sea su sexo u otra posible como la religión, posean los mismos derechos y deberes. Los derechos no deben terminar siendo privilegios de unos, porque se llegaría a una desigualdad latente. La misma desigualdad que han vivido nuestras mujeres a lo largo de los siglos. Esa misma desigualdad está hoy empezando a generarse hacia el desprecio continuado de lo masculino como algo violento, pueril e incluso despreciable en cualquier sentido.

Muchas mujeres confunden feminismo con hembrismo. Piensan que la mujer merece ser considerada superior al hombre. Hay colectivos de mujeres que creen que ellas son las que más sufren, las más inteligentes, las mejores dentro y fuera del trabajo. Ellas creen que tienen derecho a conseguir un empleo por encima de un hombre igualmente cualificado, por el simple hecho de ser mujeres y de existir una tasa de paro superior en las mujeres que en los hombres. Hay mujeres que alegan que han sido discriminadas en su trabajo frente a compañeros, los cuales cobran quizás una cuantía superior a ellas por el simple hecho de ser más antiguos en la empresa, poseer mayor cualificación o haber logrado ser más productivos. Ella no ven eso. Ellas se centran en los datos superfluos. No niego que existe la discriminación de la mujer en muchos sectores, que hay oficinas donde ellas deben llevar escote para ser aceptadas y que ejercen sobre ella presiones insoportables llenas de burlas retrógradas. Si bien, ya son menos los lugares donde tienen que tolerar ciertas cosas. Aunque por ley, con ella en una mano y con pruebas en la otra, pueden cambiar el sistema y lograr que se les respete. Hay mujeres que creen que pueden ejercer su control y dominio sobre un hombre, pues el hombre es incapaz de ser fiel y colaborador en la pareja. Intentan controlar con quienes hablan, sus sentimientos y objetivos en la vida. Eso es violencia. Sin embargo, para ellas es algo natural y necesario. Si el hombre lo ejerce sobre una mujer sí es violencia, es de una sociedad retrógrada y denunciable.

Miles de mujeres creen que todo es sexista sólo si se alude al sexo femenino, pero igualmente existen anuncios sexistas hacia el hombre y ninguna de ella alza la voz. Existen webs con nombres poco agradables como “Adopta un tío” y nadie, absolutamente nadie, alza la voz ante algo tan denigrante. En sí la web cambia las tornas habituales, le da la mujer cierta libertad para quedar con hombres y les permite un derecho que en otras parece acotado sólo a hombres. Si bien, es el sólo hecho de la denominación de dicha web lo denigrante para el hombre, lo violento en sus formas. Sin embargo, se tolera e incluso existen anuncios en televisión que lo promulga.

Las leyes están cambiando, los jueces están cambiando, pero todavía está mal visto la custodia compartida, pues según ellas las mujeres son las que mejor cuidan a los hijos. ¿No es eso machismo encubierto? Los hombres también sufren de machismo. Cuando ellas lo desean son las débiles, las perjudicadas, las desvalidas, las que deben ser reverenciadas y ayudadas. Si bien, del mismo modo sufre un hombre la división de un amor, la ruptura de éste, por los motivos que sean ya que si existen hijos estos sufrirán con ellos los diferentes debates, quejas y peleas de siempre. La custodia de los hijos no debería ofrecerse mirando el género del demandante, sino la cualificación de éste y la responsabilidad que han demostrado con pruebas a lo largo de los años. Además, la vivienda principal, aquella en la cual los hijos han vivido siempre, no debería ser ni de la mujer ni del hombre. Es una vivienda para los hijos. Es mucho más práctico que ambos alquilen una segunda vivienda y vivan con sus hijos esos quince días en la familiar. Es lo correcto y menos violento para los hijos, pues es también violencia familiar el hecho de verse desprendidos de la estabilidad habitual.

Si bien, muchas “feministas” niegan éste avance y alegan que el hombre puede ser violento. Si la violencia no está registrada, si no se ha demostrado a lo largo de los años, ¿por qué alegar a ello? Además, hay mujeres que en mitad del divorcio señalan ser víctimas de violencia psicológica y física. Lejos de hacer profundos estudios muchos jueces aceptan éstas denuncian y las admiten. Conozco hombres que han sido denunciados por éste tipo de violencia y que jamás la han ejercido, el tiempo les ha dado la razón, es cierto, pero ¿y el agravio? El agravio siempre queda.

Actualmente estamos viendo como las mujeres están avasallando a los hombres, negándoles el derecho a réplica e incluso ejerciendo violencia física hacia ellos. Existen muchos hombres maltratados que terminan matando a sus mujeres, matándose así mismos o cometiendo un crimen terrible contra toda la familia. Las leyes están de parte de la mujer, pero no del hombre. Deberíamos ser iguales ante la ley, como dice la constitución, y no permitir que denuncias falsas puedan llegar a trámite sin ninguna prueba.

La violencia es violencia. No importa el sexo, la raza, la edad, el género psicológico, la sexualidad, la religión, el origen o las causas. La violencia es terrible. La violencia puede causar muertes, heridas imposibles de borrar y años de sufrimiento. Debería ser lo mismo un bofetón a una mujer que un bofetón a un hombre. Las parejas homosexuales también deberían estar en el punto de mira, pues no siempre una mujer maltratada lo es por un hombre, también puede serlo por una mujer. Y no olvidemos la violencia de los padres a los hijos o de los hijos a los padres.

Cuando no denuncias un tipo de violencia y te centras sólo en una de ella, en la denominada machista, estás a favor de la muerte y el dolor de muchas personas. Cuando sólo ves el sufrimiento de un sexo te estás convirtiendo en ese enemigo que crees estar erradicando. El feminismo no busca la superioridad de la mujer, sino la igualdad del hombre y la mujer. Igualdad en todos los ámbitos. En aquellos ámbitos donde la mujer siempre ha tenido privilegios debería cedérselos igualmente al hombre, así como en los ámbitos donde el hombre es un privilegiado debería cederle los privilegios a la mujer. Somos iguales. Bajo nuestra piel existe un ser humano igual a otro. Los genitales no nos diferencian, nos diferencian las ideas.

Todos podemos ser víctimas de la violencia y ser verdugos de ella.  

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