Violencia
La violencia se ha utilizado siempre
para oprimir a otros, sin embargo han existido revoluciones violentas
para alzar la voz contra el represor. La violencia está intrínseca
en el ser humano, es como un veneno que cabalga por la sangre y
comulga con nosotros en cada uno de nuestros pecados. Si bien, cuanto
más avanzada es la sociedad, o cuanto más avanzada cree estarlo,
desea dejar atrás esa parte brutal y despreciable de nuestras almas.
La violencia, o el estallido violento, se cura formando a otros e
intentando demostrar que una palabras, o una serie de leyes, pueden
darnos la razón sin vernos obligadoa a usar las lanzas, antorchas y
rastrillos como podía usar el pueblo sublevado frente a los más
opulentos en otras épocas o las armas violentas que podemos ver en
las guerras actuales.
La violencia debería ser erradicada,
pero eso es una utopía demasiado atractiva. Actualmente la violencia
tiene miles de envases y formas, está condenada por la sociedad y se
alza como uno de los puntos más oscuros que posee el ser humano. La
violencia es condenable en todas sus formas, pero a veces es
necesaria cuando el ser humano se ve aplastado por las injusticias.
Necesaria no siempre tiene ser aceptable o no debe aceptarse como
algo habitual.
Actualmente las leyes amparan al ser
humano frente a la violencia en cualquiera de sus facetas. Si bien,
las leyes pueden terminar generando injusticias. Sobre todo las leyes
positivas hacia sucesos violentos que suelen calificarse de
machistas.
La mujer ha sido objeto de deseo, poder
y también mercancía clásica en el pasado, y por desgracia, también
en el presente. Debido a ello el movimiento feminista se alzó
finalmente levantando la voz, mostrándose enérgicas, y pidiendo los
mismos derechos y deberes que el hombre. Querían ser equiparadas al
género masculino. Es algo noble, sensato y necesario. Una sociedad
realmente moderna, abierta de mente y con principios de igualdad
claros, busca como objetivo primordial que todos sus ciudadanos,
independiente de cualquier variable sea su sexo u otra posible como
la religión, posean los mismos derechos y deberes. Los derechos no
deben terminar siendo privilegios de unos, porque se llegaría a una
desigualdad latente. La misma desigualdad que han vivido nuestras
mujeres a lo largo de los siglos. Esa misma desigualdad está hoy
empezando a generarse hacia el desprecio continuado de lo masculino
como algo violento, pueril e incluso despreciable en cualquier
sentido.
Muchas mujeres confunden feminismo con
hembrismo. Piensan que la mujer merece ser considerada superior al
hombre. Hay colectivos de mujeres que creen que ellas son las que más
sufren, las más inteligentes, las mejores dentro y fuera del
trabajo. Ellas creen que tienen derecho a conseguir un empleo por
encima de un hombre igualmente cualificado, por el simple hecho de
ser mujeres y de existir una tasa de paro superior en las mujeres que
en los hombres. Hay mujeres que alegan que han sido discriminadas en
su trabajo frente a compañeros, los cuales cobran quizás una
cuantía superior a ellas por el simple hecho de ser más antiguos en
la empresa, poseer mayor cualificación o haber logrado ser más
productivos. Ella no ven eso. Ellas se centran en los datos
superfluos. No niego que existe la discriminación de la mujer en
muchos sectores, que hay oficinas donde ellas deben llevar escote
para ser aceptadas y que ejercen sobre ella presiones insoportables
llenas de burlas retrógradas. Si bien, ya son menos los lugares
donde tienen que tolerar ciertas cosas. Aunque por ley, con ella en
una mano y con pruebas en la otra, pueden cambiar el sistema y lograr
que se les respete. Hay mujeres que creen que pueden ejercer su
control y dominio sobre un hombre, pues el hombre es incapaz de ser
fiel y colaborador en la pareja. Intentan controlar con quienes
hablan, sus sentimientos y objetivos en la vida. Eso es violencia.
Sin embargo, para ellas es algo natural y necesario. Si el hombre lo
ejerce sobre una mujer sí es violencia, es de una sociedad
retrógrada y denunciable.
Miles de mujeres creen que todo es
sexista sólo si se alude al sexo femenino, pero igualmente existen
anuncios sexistas hacia el hombre y ninguna de ella alza la voz.
Existen webs con nombres poco agradables como “Adopta un tío” y
nadie, absolutamente nadie, alza la voz ante algo tan denigrante. En
sí la web cambia las tornas habituales, le da la mujer cierta
libertad para quedar con hombres y les permite un derecho que en
otras parece acotado sólo a hombres. Si bien, es el sólo hecho de
la denominación de dicha web lo denigrante para el hombre, lo
violento en sus formas. Sin embargo, se tolera e incluso existen
anuncios en televisión que lo promulga.
Las leyes están cambiando, los jueces
están cambiando, pero todavía está mal visto la custodia
compartida, pues según ellas las mujeres son las que mejor cuidan a
los hijos. ¿No es eso machismo encubierto? Los hombres también
sufren de machismo. Cuando ellas lo desean son las débiles, las
perjudicadas, las desvalidas, las que deben ser reverenciadas y
ayudadas. Si bien, del mismo modo sufre un hombre la división de un
amor, la ruptura de éste, por los motivos que sean ya que si existen
hijos estos sufrirán con ellos los diferentes debates, quejas y
peleas de siempre. La custodia de los hijos no debería ofrecerse
mirando el género del demandante, sino la cualificación de éste y
la responsabilidad que han demostrado con pruebas a lo largo de los
años. Además, la vivienda principal, aquella en la cual los hijos
han vivido siempre, no debería ser ni de la mujer ni del hombre. Es
una vivienda para los hijos. Es mucho más práctico que ambos
alquilen una segunda vivienda y vivan con sus hijos esos quince días
en la familiar. Es lo correcto y menos violento para los hijos, pues
es también violencia familiar el hecho de verse desprendidos de la
estabilidad habitual.
Si bien, muchas “feministas” niegan
éste avance y alegan que el hombre puede ser violento. Si la
violencia no está registrada, si no se ha demostrado a lo largo de
los años, ¿por qué alegar a ello? Además, hay mujeres que en
mitad del divorcio señalan ser víctimas de violencia psicológica y
física. Lejos de hacer profundos estudios muchos jueces aceptan
éstas denuncian y las admiten. Conozco hombres que han sido
denunciados por éste tipo de violencia y que jamás la han ejercido,
el tiempo les ha dado la razón, es cierto, pero ¿y el agravio? El
agravio siempre queda.
Actualmente estamos viendo como las
mujeres están avasallando a los hombres, negándoles el derecho a
réplica e incluso ejerciendo violencia física hacia ellos. Existen
muchos hombres maltratados que terminan matando a sus mujeres,
matándose así mismos o cometiendo un crimen terrible contra toda la
familia. Las leyes están de parte de la mujer, pero no del hombre.
Deberíamos ser iguales ante la ley, como dice la constitución, y no
permitir que denuncias falsas puedan llegar a trámite sin ninguna
prueba.
La violencia es violencia. No importa
el sexo, la raza, la edad, el género psicológico, la sexualidad, la
religión, el origen o las causas. La violencia es terrible. La
violencia puede causar muertes, heridas imposibles de borrar y años
de sufrimiento. Debería ser lo mismo un bofetón a una mujer que un
bofetón a un hombre. Las parejas homosexuales también deberían
estar en el punto de mira, pues no siempre una mujer maltratada lo es
por un hombre, también puede serlo por una mujer. Y no olvidemos la
violencia de los padres a los hijos o de los hijos a los padres.
Cuando no denuncias un tipo de
violencia y te centras sólo en una de ella, en la denominada
machista, estás a favor de la muerte y el dolor de muchas personas.
Cuando sólo ves el sufrimiento de un sexo te estás convirtiendo en
ese enemigo que crees estar erradicando. El feminismo no busca la
superioridad de la mujer, sino la igualdad del hombre y la mujer.
Igualdad en todos los ámbitos. En aquellos ámbitos donde la mujer
siempre ha tenido privilegios debería cedérselos igualmente al
hombre, así como en los ámbitos donde el hombre es un privilegiado
debería cederle los privilegios a la mujer. Somos iguales. Bajo
nuestra piel existe un ser humano igual a otro. Los genitales no nos
diferencian, nos diferencian las ideas.
Todos podemos ser víctimas de la
violencia y ser verdugos de ella.
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