Caí frente a ti con el alma rota y tú me diste cobijo entre tus brazos, tus dulces y cálidos brazos. Sentí que todo era posible, que podía seguir luchando. En el aire se esparcían tus alas, blancas y gigantescas, que no lograba a ver en su plenitud. Mi mirada estaba borrosa, había estado llorando durante horas. Te buscaba y tú diste conmigo. Tus labios besaron los míos tiernamente mientras tus manos acariciaban mi rostro.
Mi hermoso ángel...
Hoy te escribo esta carta para que llegue al paraíso, allá donde siguen vivos los seres que no pertenecían a este mundo. Viniste a nosotros para revelarnos un misterio. Viniste y te fuiste abandonándonos a nuestra suerte. Si bien jamás olvidaré tu fragancia, tu nombre y los maravillosos recuerdos que dejaste grabados en mi alma.
Hoy te escribo desde el infierno, mi maravilloso ángel...
El infierno del mundanal ruido, Tokyo, buscando entre las atestadas calles refugio para mi dolor. Desearía abrazarte una vez más, sentir tu perfume pegado a mis ropas y tu cuerpo calentando el mío bajo este sol de primavera. La primavera que siempre será un dulce recuerdo tuyo... Ma cherie
Mi hermoso ángel...
Hoy te escribo esta carta para que llegue al paraíso, allá donde siguen vivos los seres que no pertenecían a este mundo. Viniste a nosotros para revelarnos un misterio. Viniste y te fuiste abandonándonos a nuestra suerte. Si bien jamás olvidaré tu fragancia, tu nombre y los maravillosos recuerdos que dejaste grabados en mi alma.
Hoy te escribo desde el infierno, mi maravilloso ángel...
El infierno del mundanal ruido, Tokyo, buscando entre las atestadas calles refugio para mi dolor. Desearía abrazarte una vez más, sentir tu perfume pegado a mis ropas y tu cuerpo calentando el mío bajo este sol de primavera. La primavera que siempre será un dulce recuerdo tuyo... Ma cherie
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