Guardé los instantes junto a ti en la caja olvidada de mi corazón, en ella sigues existiendo. Cada noche doy rienda suelta a mi imaginación y vuelves a mí bailando alegremente, mostrándome tu magia. Deslumbras mis ojos, iluminas la oscuridad que reina en mi alcoba, y llenas de fragancia mi cama. Me haces feliz porque vuelves a mí, vuelves a mi lado a pesar de todo el daño que te hice.
Tú danzando para mí, bailando alegremente, me recuerdas a las estrellas fugaces a las que se les pide miles de deseos. Tú eres mi estrella fugaz. Tú lo eres todo. Sin tus recuerdos yo no seguiría vivo. Ha pasado tanto tiempo que quizás te suena ilógico que siga diciéndote las mismas palabras, las mismas que un día te hicieron sonrojar... te amo.
Como dice la canción sigo en el mismo lugar, sigo en el mismo rincón, donde tú y yo nos amamos. Duermo en la misma cama que fue compartida con tu cuerpo, en la que te arranqué gemidos y el aliento. Camino por las mismas calles donde nos cruzamos aquel día, sigo sintiendo la lluvia torrencial del invierno en mi piel y sonrío imaginando que vuelves a cruzarte frente a mí con esa dulce mirada. Sí, sigo en la misma ciudad gris que tú le diste color con tus ojos distintos. Me hiciste tan feliz en este rincón del mundo que se convirtió en mi guarida, en el lugar donde deseo morir.
Hoy es mi último día. Hoy me enfrentaré con el destino. Hoy tal vez vuelva a encontrarte. Tal vez vuelva a tomar tu mano y al fin pueda pedirte que te quedes a mi lado, que no huyas de mi testarudez y mi absurdo cinismo. Parecía un titan y en realidad era un humano más, un humano lleno de cicatrices y defectos, que te hizo huir ante mi estupidez. Te amaba tanto, tanto... pero mi orgullo ganó la batalla a la razón y a la pasión... esta vez tal vez no... tal vez me esperas más allá del Edén.
Tú danzando para mí, bailando alegremente, me recuerdas a las estrellas fugaces a las que se les pide miles de deseos. Tú eres mi estrella fugaz. Tú lo eres todo. Sin tus recuerdos yo no seguiría vivo. Ha pasado tanto tiempo que quizás te suena ilógico que siga diciéndote las mismas palabras, las mismas que un día te hicieron sonrojar... te amo.
Como dice la canción sigo en el mismo lugar, sigo en el mismo rincón, donde tú y yo nos amamos. Duermo en la misma cama que fue compartida con tu cuerpo, en la que te arranqué gemidos y el aliento. Camino por las mismas calles donde nos cruzamos aquel día, sigo sintiendo la lluvia torrencial del invierno en mi piel y sonrío imaginando que vuelves a cruzarte frente a mí con esa dulce mirada. Sí, sigo en la misma ciudad gris que tú le diste color con tus ojos distintos. Me hiciste tan feliz en este rincón del mundo que se convirtió en mi guarida, en el lugar donde deseo morir.
Hoy es mi último día. Hoy me enfrentaré con el destino. Hoy tal vez vuelva a encontrarte. Tal vez vuelva a tomar tu mano y al fin pueda pedirte que te quedes a mi lado, que no huyas de mi testarudez y mi absurdo cinismo. Parecía un titan y en realidad era un humano más, un humano lleno de cicatrices y defectos, que te hizo huir ante mi estupidez. Te amaba tanto, tanto... pero mi orgullo ganó la batalla a la razón y a la pasión... esta vez tal vez no... tal vez me esperas más allá del Edén.
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