Ya marchitó la dulce sensación de los días dorados, la lluvia viste mi mundo y la tormenta no amaina. No descanso, mis ojos no descansan. Siento la presencia de tu alma recorriendo los viejos vestigios de nuestro palacio, del cual sólo queda la robusta puerta de madera y algunas alcobas prácticamente derrumbadas. Mi ángel, ya no queda nada.
Libré una batalla que creí eterna. Fui a las lejanas tierras para traer triunfo, gloria y paz a estos lares donde te encontrabas. Olvidé por completo tu risa, tus sueños, mis sueños y mis alegrías. Olvidé por completo mi mundo, el mundo que apreciábamos juntos, y luché por el de otros. Y ahora ya es tarde.
Hace más de un año que atacaron la ciudad, tú sobreviviste intentando esperarme un poco más. Si bien, ya no pudiste y no resististe. Tu cuerpo no resistió, nadie pudo hacer que tu muerte no fuera prematura. Si bien, esta rosa, la rosa que floreció aquel día aún no ha marchitado...
-Tú eres mi rosa eterna.
“Y tú mi príncipe”
Libré una batalla que creí eterna. Fui a las lejanas tierras para traer triunfo, gloria y paz a estos lares donde te encontrabas. Olvidé por completo tu risa, tus sueños, mis sueños y mis alegrías. Olvidé por completo mi mundo, el mundo que apreciábamos juntos, y luché por el de otros. Y ahora ya es tarde.
Hace más de un año que atacaron la ciudad, tú sobreviviste intentando esperarme un poco más. Si bien, ya no pudiste y no resististe. Tu cuerpo no resistió, nadie pudo hacer que tu muerte no fuera prematura. Si bien, esta rosa, la rosa que floreció aquel día aún no ha marchitado...
-Tú eres mi rosa eterna.
“Y tú mi príncipe”
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