martes, 27 de julio de 2010

y será un año

Recuerdo la lluvia en el día de nuestra despedida. Siempre amé la lluvia, al igual que adoré el sol, los cambios de tiempo me inspiraban para distintas canciones. Pero aquel día sólo me inspiraba misericordia. Rogaba al destino que todo lo que vivíamos fuera falso, una realidad alternativa de un sueño descomunalmente doloroso. Sin embargo, no desperté y cada día que hago mayores esfuerzos para soportar nuestra despedida.

Debías estar dormido, sólo eso. No podías quedar en silencio de esa forma, no otra vez. Había visto demasiada muerte en el pasado, tu sonrisa y tus abrazos me hacían olvidar hasta el más amargo recuerdo. Y es curioso, fue marcharte y volver todos ahogándome en ellos.

Estuve a punto de caer llorando a los pies de tu ataúd. Sé de muchos que vivieron ese trance, todos lo hemos hecho alguna vez. Sin embargo, tal vez yo me he vuelto un caprichoso o un egoísta más. No quería que te fueras, negaba tu muerte, pero no se puede negar ante un ataúd algo que es inevitable.

En aquel funeral supe que parte de mí se iría contigo y tú a cambio me darías parte de ti. Tal vez la fortaleza de estos meses, las sonrisas que he logrado otorgar a los míos, es esa parte tuya. Tu fortaleza está conmigo y creo que no sólo ella, puedo sentirte a mi lado como si fueras un ángel que me guarda a mí y a todos los que realmente amaste.

Y pronto será un año... de esa lluvia y esas lágrimas.

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