martes, 3 de agosto de 2010

Carta a la indiferencia

Cuando era joven tuve la oportunidad de poder gritar todo lo que sentía, tenía veinte años y una vida por delante. Cuando era joven puse mordaza a mis labios por miedo a los demás, por la represión social que sufrimos los jóvenes llegada esa edad. Empezamos a tener responsabilidades, empezamos a tener que dejar a un lado la revolución y la imagen de egocéntrico sin remedio. Caen sobre nosotros pesadas vigas, nos asfixian y nos obligan a ser lo que ellos desean.

Cuando era joven decidí ser yo.

Si muero quiero morir siendo el mismo de siempre, algo más maduro y con algunas canas de más. Enfrentar mis ojos de océano y ver que no he naufragado en ellos.

Deseo hacer el intento de soportar los gritos de mi inconsciencia, no los de un jefe que me acusa de sus desastres y su estrés de alterego incapaz de hacer nada por él.

Por una vez, tomé la decisión correcta.

Ser quién quiero ser, no quien desean que sea. No han podido conmigo. Sigo combatiendo la monotonía con una simple melodía al piano. Salgo del trabajo buscando un resquicio de locura aunque sea refrigerada en la nevera de mis recuerdos y calentarlas con las emociones de un día duro. No me olvido de mis metas, de mis sueños, e intento que cada día se hagan un poco más presentes.

Pude lograr el equilibrio de responsabilidad, de aceptar cada golpe y enfrentarlo mostrando mi furia...

Mi personalidad está por encima de todo, por encima de lo que esperan de mi.

La revolución florece eternamente en mi pecho, como si fuera una rosa roja sangrante... como si quisiera envolverme con su suave aroma.

Los que ya no están son recordados como héroes, los que siguen a mi lado son parte de mi legado.

No permitiré que nadie apague el fuego de mi pasión. Que mi hieratismo, mis sonrisas frías, y mi pose de bohemio empedernido guarde la furia del dragón.

Más que príncipe en busca de princesas y castillos... soy el dragón que escupe llamas, aquel que abre sus alas para encontrarse consigo mismo en cada decisión.

Por siempre acorde conmigo, más que contigo o con ellos.

Si te he defraudado, lo lamento... pero soy así, tal como soy.

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