sábado, 16 de julio de 2011

Varios días



Durante varios días estuve en la más completa soledad. Había sido sincero al fin. Me hacía daño su actitud. Siempre estuve conteniendo mi dolor y mi desgracia, pero siempre hay un momento en el cual uno debe admitir sus derrotas. Amarla fue un desastre, y aún así seguía haciéndolo con desesperación. Porque así es el amor, viene y te golpea dándote una única opción. Esa opción es la de amar sin límites, aunque el amor sea veneno y no dulce como siempre lo pintan.

Decidí caminar a solas, necesitaba poner en orden mis ideas si aún las poseía. Si bien, terminé llorando como jamás había hecho. Mi corazón se encogió y noté como las lágrimas surgían solas. Eran lágrimas rojas, un rojo tan vivo que volvieron de color manzana mis mejillas. Caminé tambaleante por las calles vacías.

La lluvia comenzó a caer como noches atrás, parecía lavar mis heridas y a la vez susurrarme que tal vez algún día lograría el amor. Que alguien me daría su amor. Tal vez no ahora, pero quizás en algún momento de mi terrible eternidad sería feliz por unas caricias hechas por puro amor.

Allí, de la nada, apareció con sus ropas raídas y su cabello revuelto. Me miró sorprendida y corrió a mis brazos. Apareció en el momento en el cual había decidido olvidar todo y continuar. Su piel estaba aún más helada que la mía, sus manos las sentí como garras ya que me atraparon desgarrando mi ropa.

-¿Por qué lo hiciste?-susurró.

-Debía decir la verdad, me dañas con tu actitud. No lo habrías entendido jamás.-susurré antes de tomarla del rostro.-Necesito alguien que me rodee en las mañanas, sentir su cuerpo yacer junto al mío y que sus labios me regalen los besos más dulces que jamás haya ofrecido. Deseo una mujer pasional, pero a la vez que me entregue su pasión en desesperado amor. Quiero que piense en mí antes que en ella, porque yo pensaré en ella antes que en mi.-murmuré acariciando sus cabellos esta vez.-Quiero una princesa que me deje tratarla con delicadeza y a la vez sea fuerte. Pensé que tú lo eras, pero simplemente huiste de mi verdad intentando borrarla. No digas nada, puedo leer tu mente como si te conociera de toda la vida.

-¿Entonces?-preguntó con la voz rota.-Quiero amarte.

-No, no sabrías amarme. Simplemente me dañarías y cuando me sintiera al borde de la muerte, a pesar de ser inmortal, tan sólo dirías que es mi culpa y nada más.-mis ojos volvieron a tener esas lágrimas que la lluvia borró.

-Déjame intentarlo, quiero sentir amor y quiero que lo sientas. Antes estaba molesta por tu actitud, pero poco a poco te he ido comprendiendo. Eso también puedes leerlo.

Yo simplemente besé sus labios y la dejé allí. Necesitaba pensar, al igual que ella huyó para olvidar. Noches más tarde la encontré tumbada a mi lado. Me abrazaba de esa forma entregada y sonreía como lo haría una niña pequeña. Supe entonces que aunque sintiera dolor en mi alma por su comportamiento, por no comprenderme jamás aunque lo intentara, ella era la persona que había decidido amar y por ella lo daría todo.

-----

y este es el final

No hay comentarios: