¿Y si te dijera que quiero besar tus labios? ¿Y si esa confesión no sirviera para nada? Pero tal vez sirve para que comprendas lo deseables que son tus labios.
Ya estoy cansado de ser un caballero. Ser caballero a veces no sirve para nada. Un caballero esperaría que la dama solicitada se quedara sola para invitarla un baile, pero ya no soy un caballero sino un canalla. Y yo te quiero invitar un baile en mi cuarto. Quiero danzar contigo bajo mis sábanas, besar tus labios y dejar sin aliento tu boca.
Necesito seducirte y que te entregues a esta pasión desbordada. Aunque sea sólo una noche. Hazme disfrutar en tu compañía, entre tus piernas. Y sutilmente, bueno sutilmente hazme feliz con tus miradas. Las caricias, los besos, las mordidas, las lamidas, las miradas, los gemidos y ese sonido incesante de los muelles de la cama... no deberían parar hasta entrado el alba.
Deja que te invite y te de el placer que mereces. Quiero demostrarte que eres tan deseable como cualquier otra, que te asecho entre las sombras y que quiero glorificar contigo la palabra placer. Quiero amarte, aunque sea una única vez, y algo me dice que tú deseas lo mismo. Y sin embargo te callas, me miras en silencio y ríes ante mis palabras llenas de vida y lascivia.
Así que olvidemos los silencios, también las palabras... comportémonos como nos dicta el deseo.
Ya estoy cansado de ser un caballero. Ser caballero a veces no sirve para nada. Un caballero esperaría que la dama solicitada se quedara sola para invitarla un baile, pero ya no soy un caballero sino un canalla. Y yo te quiero invitar un baile en mi cuarto. Quiero danzar contigo bajo mis sábanas, besar tus labios y dejar sin aliento tu boca.
Necesito seducirte y que te entregues a esta pasión desbordada. Aunque sea sólo una noche. Hazme disfrutar en tu compañía, entre tus piernas. Y sutilmente, bueno sutilmente hazme feliz con tus miradas. Las caricias, los besos, las mordidas, las lamidas, las miradas, los gemidos y ese sonido incesante de los muelles de la cama... no deberían parar hasta entrado el alba.
Deja que te invite y te de el placer que mereces. Quiero demostrarte que eres tan deseable como cualquier otra, que te asecho entre las sombras y que quiero glorificar contigo la palabra placer. Quiero amarte, aunque sea una única vez, y algo me dice que tú deseas lo mismo. Y sin embargo te callas, me miras en silencio y ríes ante mis palabras llenas de vida y lascivia.
Así que olvidemos los silencios, también las palabras... comportémonos como nos dicta el deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario