-Me contó un pajarito que soy un inútil, pero yo me reí de él... creo que las drogas me están afectando. Demasiada nicotina anclada a mis labios, así como ese maldito whisky que es como ácido en mis venas.-di mi último trago antes de mirar el hielo que aún quedaba en mi vaso.
Miré la servilleta que tenía arrugada en mi mano izquierda, la extendí sobre la barra mugrienta de aquel bar y me carcajeé. Aquel poema tenía su gracia, lo había escrito aún estando sobrio y anclado al dolor más profundo. Los infiernos de Dante eran más hermosos y tentadores que mi asquerosa vida.
Acomodé mis gafas y acaricié mis cabellos rubios. Necesitaba un nuevo corte de pelo, uno de esos de niño bien que tanto gustaban a mis amantes, a los que apostaban por mí y a los lectores que decían admirarme. Si supieran que tratan con un demonio que ya es despojo, que está cansado de vivir, no me adularían tanto y quizás incluso les produciría asco.
Me levanté del taburete y eché al vaso mis últimos billetes. Tenía más dinero en casa, más para fundirmelos en alcohol, tabaco y alguna que otra sustancia que creí olvidada. Quizás debí volver a Londres, pero me gustaba demasiado esta ciudad y quería acabar lo que empecé. Estaba por pegarme un tiro cuando lo vi frente a mí, y no era una ilusión ni producto del alcohol... guapo, pelirrojo y de ojos verdes. Maldito gato salvaje, me hizo su dueño y lo convertí en mi nueva musa.
Miré la servilleta que tenía arrugada en mi mano izquierda, la extendí sobre la barra mugrienta de aquel bar y me carcajeé. Aquel poema tenía su gracia, lo había escrito aún estando sobrio y anclado al dolor más profundo. Los infiernos de Dante eran más hermosos y tentadores que mi asquerosa vida.
“Esta noche visitaré el cementerio,
iré a ver mi tumba y orinaré sobre ella.
Reiré y brindaré por aquellos tiempos de miseria.
Veré la luna en su esplendor y beberé de otra botella.
Absenta mezclada con mi propia sangre,
sangre de demonio enjaulado en el apellido de vampiro.
Catarsis y problemas de fe.
¿Alguna vez creí en mí? Soy un maldito lord inglés.
Drácula, engendro, nosferatu o pesadilla.
Soy esa polilla en el frasco que se volvió mariposa,
esa que terminó enredándose en las cuerdas de la marioneta.
Esta noche visitaré el tugurio de siempre,
brindaré con los desechos humanos que alberga
y probablemente apareceré muerto en las vías del tren.
Deséame suerte.”
iré a ver mi tumba y orinaré sobre ella.
Reiré y brindaré por aquellos tiempos de miseria.
Veré la luna en su esplendor y beberé de otra botella.
Absenta mezclada con mi propia sangre,
sangre de demonio enjaulado en el apellido de vampiro.
Catarsis y problemas de fe.
¿Alguna vez creí en mí? Soy un maldito lord inglés.
Drácula, engendro, nosferatu o pesadilla.
Soy esa polilla en el frasco que se volvió mariposa,
esa que terminó enredándose en las cuerdas de la marioneta.
Esta noche visitaré el tugurio de siempre,
brindaré con los desechos humanos que alberga
y probablemente apareceré muerto en las vías del tren.
Deséame suerte.”
Acomodé mis gafas y acaricié mis cabellos rubios. Necesitaba un nuevo corte de pelo, uno de esos de niño bien que tanto gustaban a mis amantes, a los que apostaban por mí y a los lectores que decían admirarme. Si supieran que tratan con un demonio que ya es despojo, que está cansado de vivir, no me adularían tanto y quizás incluso les produciría asco.
Me levanté del taburete y eché al vaso mis últimos billetes. Tenía más dinero en casa, más para fundirmelos en alcohol, tabaco y alguna que otra sustancia que creí olvidada. Quizás debí volver a Londres, pero me gustaba demasiado esta ciudad y quería acabar lo que empecé. Estaba por pegarme un tiro cuando lo vi frente a mí, y no era una ilusión ni producto del alcohol... guapo, pelirrojo y de ojos verdes. Maldito gato salvaje, me hizo su dueño y lo convertí en mi nueva musa.
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