martes, 22 de noviembre de 2011

Amante mortal

Me encontraste en el manzanar buscando a la muerte,
jugandome hasta el rey de corazones, la última carta
y sacando sin barita de mi chistera la sonrisa
que iluminó, como luciérnaga asesina, tu fantasía macabra.

Me encontraste bailando claqué con una muerta,
danzando como si estuviéramos en un vals
y a la vez cantando ópera de forma desenfrenada.
Y todo porque quería hallarte una vez más.

Me encontraste con las manos llenas de lágrimas
y los ojos vacíos de cualquier sentimiento racional.
Porque no sé vivir sin ti, porque soy un muñeco
que está muerto y que cobra vida en tus manos.

De nuevo el telón se alzó y la magia brotó
la flor de la fantasía anidó en tu jarrón,
y todos pudieron aplaudir mi último truco
en el cual, por fin, te seducía y besaba.

Abanicos chinos haciendo danzar flores japonesas,
mariposas que eran pétalos de sakura y jazmín.
Fragancias del paraíso encantado por el gigante,
egoísmo y pasión, a partes iguales, hallé.

Cerezos en flor en tus ojos negros, como tu sonrisa.
Muerte, átame a ti y a tu piel de porcelana.
Me enamoré de ti cuando nos encontramos por equivocación,
y ahora nadamos en mares que aún no han sido explorados.

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