Bailarina

Llena de vitalidad te observo desde las sombras de nuestra habitación, puedo verte bailar en tu caja musical con aquel vestido blanco y tu hermosa sonrisa pintada en tus labios. Tus piernas no se cansan, como no lo harán jamás tus brazos alzados hacia las estrellas, mientras la música no cesa y los sueños parecen crearse al mismo ritmo. Eres el espíritu de la inocencia perdida, el símbolo de la energía artística, y la belleza de una fantasía imposible. Tú eres la mujer más hermosa de todas, una pequeña muñeca tallada por un viejo artesano. No sé cuantos años tendrás, pero siempre me acompañas inspirándome y provocando que me enamore de tu perfección. Diminuta y perfumada con aromas de cerezos en flor.

Soy ese muñeco roto que se cose cada noche mientras te contemplo, mis ojos fríos no pueden expresar el amor y respeto que me provocas. Soy un hombre destrozado que estira sus dedos hacia ti y tu luz, la cual te hace brillar como una estrella fugaz. Yo sólo genero el mismo pesimismo que el de un borracho arrojado sobre la barra. Pero por favor, tú no pares jamás demostrando que la felicidad puede encontrarse en las cosas pequeñas, prácticamente diminutas, como en esos frascos de perfumes caros que usa la niña que una vez nos amó.

Tú siempre serás su preferida, el más dulce y tierno recuerdo, y yo un muñeco estúpido que jamás supo comprender.