Una mariposa vestida de riguroso luto
cansada se posó en tus dulces labios.
Probó el néctar difunto de tus sueños,
el amargo calor del pasado.
Sé que esos sueños temes y danzan
alrededor de tus largos y trenzados cabellos,
como cientos de ciegas flores marchitas,
eran tu última y única esperanza.
Vestido como si contrajeras matrimonio,
en un altar donde sólo existe lo oscuro
y cualquier sentimiento desfallece,
me contemplas como rey de tu manicomio.
Dulce sonrisa ajena a la cruel verdad,
caes como sirena en la red mentiras más terrible,
para renacer como lágrimas dolientes
del último bohemio, que ya la belleza es insensible.
Eres un ramo de novia sin aroma,
la felicidad no existe en sus mejillas rojas
que sólo son surcadas por la tragedia
y las ganas de huir por los caminos de Roma.
La mariposa sigue su brutal camino
hará miel de ajenjo en un panal de prostitutas,
allí donde tú reposas con el cuerpo roto
y las alas intactas, como decía aquel pergamino.
Tú, tú te quedas en el altar contemplativo
mientras escuchas a un coro de ángeles mudos,
su aleteo y sus miradas de serpiente
son para ti la vida, tu único motivo.
Sé que aún me amas y que representas tu tragedia,
sé que nada tiene sentido y todo está vacío.
Yo soy el que sabe todo y nada te dice,
aquel que te guiará en tu funesto destino.
No, ya no te amo y tampoco me compadezco.
Llegó tu hora, sacaré mi espada y cortaré tu cuello.
Quizás la entierre en tu corazón trágico
y entonces le mostraré al mundo que nada fue bello.
cansada se posó en tus dulces labios.
Probó el néctar difunto de tus sueños,
el amargo calor del pasado.
Sé que esos sueños temes y danzan
alrededor de tus largos y trenzados cabellos,
como cientos de ciegas flores marchitas,
eran tu última y única esperanza.
Vestido como si contrajeras matrimonio,
en un altar donde sólo existe lo oscuro
y cualquier sentimiento desfallece,
me contemplas como rey de tu manicomio.
Dulce sonrisa ajena a la cruel verdad,
caes como sirena en la red mentiras más terrible,
para renacer como lágrimas dolientes
del último bohemio, que ya la belleza es insensible.
Eres un ramo de novia sin aroma,
la felicidad no existe en sus mejillas rojas
que sólo son surcadas por la tragedia
y las ganas de huir por los caminos de Roma.
La mariposa sigue su brutal camino
hará miel de ajenjo en un panal de prostitutas,
allí donde tú reposas con el cuerpo roto
y las alas intactas, como decía aquel pergamino.
Tú, tú te quedas en el altar contemplativo
mientras escuchas a un coro de ángeles mudos,
su aleteo y sus miradas de serpiente
son para ti la vida, tu único motivo.
Sé que aún me amas y que representas tu tragedia,
sé que nada tiene sentido y todo está vacío.
Yo soy el que sabe todo y nada te dice,
aquel que te guiará en tu funesto destino.
No, ya no te amo y tampoco me compadezco.
Llegó tu hora, sacaré mi espada y cortaré tu cuello.
Quizás la entierre en tu corazón trágico
y entonces le mostraré al mundo que nada fue bello.
Ya no te amo y este sentimiento lo maté hace tiempo, con la misma espada que San Jorge mató al último Dragón.
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