Letras diminutas en un párrafo en la historia,
personaje de ojos dulces y sonrisa cargada de picaresca.
Duende de letras y perfumes de margaritas,
animal salvaje que quedó narrado en mil leyendas.
Minúsculas partituras de notas musicales emborronadas,
lloraste un día sobre ella y no te acuerdas.
Aún bailas la música que en tus sueños aparece,
así olvidas el dolor y te abrazas a la esperanza.
Una libélula es tu transporte, otras una mariposa.
Tus alas son de gorrión y tus ojos de gato,
mientras tus manos son de nieve y arena fina.
Tus ropas son pétalos de sakura y ramas de olivo.
Minúscula pero tan intensa, tan extrovertida y fuerte.
Valiente como una golondrina que anida en invierno
en la Antártida, para ser exactos.
Fuerte como hormiga que trasporta ilusiones rotas.
Sonrisas al amanecer de un día que ha muerto,
el reloj se ha vuelto loco y la luna sigue en lo alto.
Y las máscaras que usamos están rotas,
pero no me atrevo a decirte nada, porque así estás hermosa.
Melancolía en una carcajada sincera,
dolor que se expande, como mariposa monje,
y que termina rezando entre las campanadas
de la torre del alma y la decadencia.
Diminuto ser que ilumina mágicamente todo,
luciérnaga que es hada de valles nevados
por miles de dientes de león asilvestrados.
Cabes en un dedal de un mar de lágrimas.
Si supieras cuanto te quiero...
personaje de ojos dulces y sonrisa cargada de picaresca.
Duende de letras y perfumes de margaritas,
animal salvaje que quedó narrado en mil leyendas.
Minúsculas partituras de notas musicales emborronadas,
lloraste un día sobre ella y no te acuerdas.
Aún bailas la música que en tus sueños aparece,
así olvidas el dolor y te abrazas a la esperanza.
Una libélula es tu transporte, otras una mariposa.
Tus alas son de gorrión y tus ojos de gato,
mientras tus manos son de nieve y arena fina.
Tus ropas son pétalos de sakura y ramas de olivo.
Minúscula pero tan intensa, tan extrovertida y fuerte.
Valiente como una golondrina que anida en invierno
en la Antártida, para ser exactos.
Fuerte como hormiga que trasporta ilusiones rotas.
Sonrisas al amanecer de un día que ha muerto,
el reloj se ha vuelto loco y la luna sigue en lo alto.
Y las máscaras que usamos están rotas,
pero no me atrevo a decirte nada, porque así estás hermosa.
Melancolía en una carcajada sincera,
dolor que se expande, como mariposa monje,
y que termina rezando entre las campanadas
de la torre del alma y la decadencia.
Diminuto ser que ilumina mágicamente todo,
luciérnaga que es hada de valles nevados
por miles de dientes de león asilvestrados.
Cabes en un dedal de un mar de lágrimas.
Si supieras cuanto te quiero...
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