Entre líneas de versos perdidos
y alzados al viento en una cometa,
más allá del cielo que podemos observar
y de todos los recuerdos de tu caja de zapatos.
Recogí cada recuerdo como si fuera el último,
porque así los disfruto con emoción
y llego a pensar que deben ser recolectados
como si fueran la miel de un panal.
Entre las palabras de un poema
que jamás acabé ni quiero,
donde anida la fantasía y la amargura,
encontré tus lágrimas azules.
Recogí cada beso que me das y diste,
los conservo como si fueran un tesoro,
y los contemplo en mi caja apolillada
de cartón barato y colores estridentes.
Te hallé perdida con los pies descalzos,
tus cabellos negros estaban revueltos
y caían sobre tus hombros desnudos.
Te veías como Eva en el paraíso.
Dormías sobre el mar blanco de mi cama,
mar de sábanas mal colocadas y sueños rotos.
Poseías el encanto natural de lo salvaje,
olías a cebada, margaritas y fresas.
Te quedaste contemplándome de forma trágica,
parecías rogar un “por siempre”
y yo sólo pude susurrar un “por ahora”
eso te hizo reír abrazándome contra blanca piel.
Por siempre seremos los mismos,
aunque el cielo se haga trizas y caminemos sobre él.
Por siempre y por ahora esto será así,
sin tiempo y sin metas más allá de besarnos.
Te hallé como la musa que encuentra al poeta,
te amé como el verso que busca el poema
y te hice mía como el demonio que ama al ángel.
Somos dos mundos distintos y semejantes.
Recojo cada amanecer como si fuera el primero,
cada noche es la última contemplando tus ojos negros
y luego la ruleta vuelve a girar buscando palabras
para recordarte que realmente te quiero.
Juntos, tú como hada y yo como demonio.
Para siempre recordando quienes somos.
Te abrazaré hundiéndote en mi mar de sábanas
hasta que ruegue que te secuestre una vez más.
Entre versos te diré cuanto me importas
y lo imprescindible que eres para mis sonrisas.
Entre líneas adulteradas tú reirás
susurrándome con tu rostro arrobado un te necesito.
y alzados al viento en una cometa,
más allá del cielo que podemos observar
y de todos los recuerdos de tu caja de zapatos.
Recogí cada recuerdo como si fuera el último,
porque así los disfruto con emoción
y llego a pensar que deben ser recolectados
como si fueran la miel de un panal.
Entre las palabras de un poema
que jamás acabé ni quiero,
donde anida la fantasía y la amargura,
encontré tus lágrimas azules.
Recogí cada beso que me das y diste,
los conservo como si fueran un tesoro,
y los contemplo en mi caja apolillada
de cartón barato y colores estridentes.
Te hallé perdida con los pies descalzos,
tus cabellos negros estaban revueltos
y caían sobre tus hombros desnudos.
Te veías como Eva en el paraíso.
Dormías sobre el mar blanco de mi cama,
mar de sábanas mal colocadas y sueños rotos.
Poseías el encanto natural de lo salvaje,
olías a cebada, margaritas y fresas.
Te quedaste contemplándome de forma trágica,
parecías rogar un “por siempre”
y yo sólo pude susurrar un “por ahora”
eso te hizo reír abrazándome contra blanca piel.
Por siempre seremos los mismos,
aunque el cielo se haga trizas y caminemos sobre él.
Por siempre y por ahora esto será así,
sin tiempo y sin metas más allá de besarnos.
Te hallé como la musa que encuentra al poeta,
te amé como el verso que busca el poema
y te hice mía como el demonio que ama al ángel.
Somos dos mundos distintos y semejantes.
Recojo cada amanecer como si fuera el primero,
cada noche es la última contemplando tus ojos negros
y luego la ruleta vuelve a girar buscando palabras
para recordarte que realmente te quiero.
Juntos, tú como hada y yo como demonio.
Para siempre recordando quienes somos.
Te abrazaré hundiéndote en mi mar de sábanas
hasta que ruegue que te secuestre una vez más.
Entre versos te diré cuanto me importas
y lo imprescindible que eres para mis sonrisas.
Entre líneas adulteradas tú reirás
susurrándome con tu rostro arrobado un te necesito.
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