Recuerdo tus ojos contemplarme con las pesadillas anidando en tu cabeza, revoloteaban incesantemente gritando que sucumbieras. El aroma de tus lágrimas era parecido al de un mar en plena montaña. Tus manos estaban frías, parecían carecer de vida, y se agarraban a mis hombros buscando que te rodeara. ¿Recuerdas que lo hice? Te abracé como si únicamente tuviéramos cinco minutos para estar juntos. Me sentía como el preso que va camino a la silla eléctrica, sabía que moriría nuestro mundo pronto y tú eras la única esperanza. Tú eras mi flor de fantasía, lo sigues siendo, y germinas entre mis dedos. 
Ese sueño que te comuniqué por carta, que escuchaste luego narrado por mis labios, y que te sobrecogió. Sé que no sucederá, no pienso dejarte escapar y verte morir cayendo como mariposa en el primer día de invierno. Yo te haré vivir, aunque para ello tenga que arrancar mis alas y ser un proscrito en este mundo gélido. Te daré vida con cada beso, caricia y poesía que pueda recitar en tus oídos. 
Los sueños se equivocan a veces, este es uno de ellos. Porque yo no quiero vivir en un mundo donde tú no estés, no me importa que sea lejos de mí... no me importa... sólo quiero saber que estás en él sonriendo aunque sea a la nada mientras tocas tu piano. Compondré una partitura de vida y fantasía para tus finos dedos, por si un día necesitas recordar que debes seguir regalando magia a este mundo. 
Yo sí creo en ti, pequeña hada... 
por eso aplaudo cada aleteo de tus alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario