Silencia tus labios, escucha tus latidos y dime qué ven tus ojos. Estoy a este lado del mundo, en otro universo paralelo, surcando las nubes con la yema de mis dedos.
Cantas en murmullo mi nombre, como si fuera una canción romántica, mientras das cuerda a tu caja musical. Vistes con un traje rojo, el cual tiene tantos pliegues como pestañas tus enormes ojos negros. Sonríes sonrojada dejando que la nieve toque tus hombros y pisas pasto de primavera.
Vives en un mundo donde coexisten las cuatro estaciones, juegan contigo al día y la noche. El sol del verano tuesta tu piel de leche, mientras las lluvias de otoño hacen germinar las amapolas primaverales.
Juega con tu columpio, súbete a este, con música de carrusel de fondo. Mientras las palomas blancas alzan el vuelo convirtiéndose en mariposas del polo norte, para acabar cayendo como nieve y escarcha que cubre el borde de tus zapatos invisibles.
La magia, la poesía más indecente, juega con tus cabellos arreglándolos con cintas creadas con sueños sinceros. Te rodea el viento, te alza y te pide que vueles hasta las nubes. Allí podrás continuar bailando, lo harás eternamente, mientras las rosas cubren el prado.
Silencia tus labios, sólo escucha mis palabras, y este cuento se hará cierto. Te abrazaré como si fuera la última vez, besaré tu frente y olvidaré el tiempo. Viviremos un ahora que será un siempre, para así caminar hacia el altar donde rezaré en tu nombre para ser tu guardián. Amarte será así, una plegaria a las altas campanas de una iglesia de triste figura y vidrieras repletas de vida.
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