Las ropas más elegantes, las sonrisas más frívolas, las máscaras más falsas y la mirada fija en el dolor ajeno y no en el propio. El vals de las mariposas muertas, todas por la agonía de la decadencia autoimpuesta y las prisas de colibrí. Caja musical que hace girar a los participantes hasta que sus pies sangran y sus ojos lloran la pena contenida, mentiras con sabor amargo eso es.
La vida nos ha invitado al baile, no acabará a las doce. Venimos sin pretenderlo, nos quedamos fascinados, después nos deprimimos y tenemos puntos de brillante luz. Sentimos la sensación agradable del aroma del amor, después las puñaladas nos recuerdan el doble filo con el que jugamos. La pasión nos incita a danzar, mientras que el desasosiego nos pide calma. Todos a nuestro alrededor parecen locos, pero aún así no nos deseamos ir. Cuando se nos echa lloramos, suplicamos quedarnos en una fiesta a la que vinimos obligados. Eso es la vida señores, eso y nada más.
Sólo tendremos recuerdos para llevar en un sobre, el cual es pequeño para tantas emociones contenidas. La última lágrima es la que menos duele, igual que cuando nacemos y lloramos sin más. La última carcajada es la que más feliz nos hace, a pesar que vaya con una lágrima detrás. Si bien, nos vamos de la vida sin darle gracias por la fiesta... nos lo pasamos bien aunque sea un rato, eso siempre es de agradecer.
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