Carolina, pequeña luciérnaga de frágiles alas, 
mujer que brota de la tierra carbonizada 
regada con sus propias lágrimas y desencantos.
Niña que busca en el sueño el consuelo y encuentra llanto.
Carolina, pequeña luz que en las sombras es llama. 
En tus labios reposan secretos que muerden con rabia, 
te hacen sangrar penas mientras te dejan muda. 
En tus ojos he conocido las profundas y amargas sensaciones 
de la tristeza infinita y la magia que quema. 
Tu cuerpo tibio es el consuelo de mis brazos cálidos. 
Carolina, bailarina de pies pequeños y ojos enormes 
miras al cielo para ver las estrellas tras las nubes. 
Habitas en la caja de música que hago sonar, 
sales a mi encuentro con tus alas de luciérnaga 
y sonríes como únicamente sabes hacer tú, Carolina. 
Quieres olvidar el llanto y no puedes, porque te ata. 
Necesitas que yo rompa tus pesadas cadenas, 
y yo como príncipe de cuento intentaré romperlas. 
Niña mágica, mujer joven que acaricia mi rostro 
y ve un ángel en el cuerpo de un demonio... te amo.
Carolina, deja que sea quien vele tus sueños 
y que te despierte de tus más terribles pesadillas. 
Carolina, mi Carolina, la única que quiero en el mundo 
serás rocío de esperanza por tiempo indefinido 
mientras mi voz cante nanas para hacerte dormir conmigo.
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