jueves, 1 de diciembre de 2011

Gotas

Las gotas de lluvia caían sobre el piano,
mientras los dedos agrietados del ángel
tocaban aquella melodía infantil
que en ocasiones animaba su triste figura.

Su delgado cuerpo estaba compuesto por canciones,
estrofas que narraban la desgracia del mundo
y la decadencia de los amantes.
Envuelto en gasas y sangre, lágrimas perturbadoras.

Sus cabellos empapados se pegaban a su cuello,
largo y sensual con mil arañazos y mordeduras.
Habían bebido de él hasta la última gota,
para brindar con ella en las pesadillas humanas.

Te guarda, te canta y te llora aún hoy.
Han pasado tantos años, pero él sigue tocando.
Ya no recuerdo porque duele tanto,
ni siquiera sabe si las heridas un día sanarán.

Las gotas de lluvia caen de sus ojos,
la tristeza germinó en su corazón quebrado
y sus labios rozaron la nada indómita.
Su amor, mi amor, no se apaga... sigue sonando.

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