Esparces tus lágrimas sobre un cielo
nocturno,
eres la luciérnaga que vivió en la
nieve
y desea morir en esta primavera azul.
Los campos de amapolas saludan al
verte,
son tu sangre y la mía derramadas
en una sinfonía de plegarias jamás
escuchadas.
Esparces tu dolor sobre mi cuerpo níveo
y me susurras palabras amargas
mientras yo intento soñar que jamás
he vivido.
El amor que tú me has dado ha sido
intenso,
pero no sé cuidarlo porque mis manos
ásperas te dañan.
Eres la luciérnaga que muere
lentamente.
El amor que tú me has dado es tóxico,
pues el veneno que llevo en mis labios
arde.
El amor que yo te he dado es cruel,
pues siempre he callado lo que siento
cual cobarde.
Viviremos en un mundo creado por la
poesía,
alquilado a la mentira y donde murió
fantasía.
Esparciremos las cenizas de nuestros
corazones
y rasgaremos aún más nuestras almas.
Seremos las polillas que se pudren en
el olvido
y que recuerdan de forma repetitiva el
último invierno.
Corazones de metal para cuerpos de piel
y huesos,
alas negras rodeando tu espalda y
espinas en la frente.
Hoy morirás para renacer como mis
sentimientos,
hoy serás sentimiento y música en mi
violín imaginario.
Seré el vampiro y tú serás el
esclavo de la mentira.
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