Suspiros de genios encadenados a las
arenas del tiempo,
la daga de la mentira se clavo en su
corazón y esta envenenó sus recuerdos.
Suspiros para el violinista que se mece
de forma decadente,
mientras no muy lejos un poeta muere
enfermo de soledad.
El volcán de las mentiras precipitó
su lava arrasando los campos de esperanza,
las alas cayeron de sus espaldas y la
sangre bañó su blanca piel.
Alzó los brazos y notó que estos
estaban calcinados, como su alma.
Había vuelto el amanecer, pero las
lágrimas no le dejaban presenciarlo.
El ángel cayó a los infiernos sin
esperanza alguna,
las estrellas caían impactando sobre
el mar del desasosiego
y los deseos que no se formularon
terminaron siendo demasiado egoístas.
Ese ángel era yo, desplomado sin
sentimientos.
Suspiros de sueños que un día fueron
las columnas de Heracles,
pero hoy no son más que viejos
murmullos escritos en el viento.
Suspiros condenados a desaparecer en
los labios muertos de un amante,
aunque su corazón siga latiendo, ya
yace con los tiburones del frío Atlántico.
Búscame donde quiera que esté,
rescátame.
Por una vez no quiero ser el héroe, ya
me cansé.
Mi espada está enterrada en la playa
del olvido
y el recuerdo peina mis negros cabellos
con lamentos de dolor.
Soy el ángel de la misericordia, soy
el espía que te amó.
El deseo de la esperanza lo lego al que
desee ese tesoro,
ya perdí las fuerzas y las ganas de
recuperarlas.
Lo único que pido es que mis poemas
los sigas leyendo con ternura cruel.
Suspiros para mi ataúd y para las
flores que jamás aceptaste.
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