Noche sin luna ni estrellas,
la sangre lo cubre todo con su espeso
manto.
Noche sin silencios ni palabras,
murmullos en idiomas olvidados como el
esperanto.
Rezo aún en medio de la guerra,
danzo con mi máscara de muñeco de
cera,
alzando mis manos hacia el cielo
nocturno
y agachando mi alma hasta tocar la
húmeda tierra.
Noches sin estrellas, noche sin alma,
eternas estrellas que lloran en tiempos
de guerra.
La sangre cubre todo, incluso el marfil
de mi rostro.
Noches en las que te busqué y no te
hallé.
La sangre llama a la sangre en un
ritual mágico,
la vida llama a la muerte para que se
vaya propagando.
Sonríe ante la fatalidad del destino,
dame tu mano y deja que te hable con la
mirada.
Noche sin luna, noches sin esperanza.
Noches eternas deseando volver a verte.
Desamparo de ánimas y consuelo de
cuerpos
que descansan sobre el pasto del
cementerio.
Mariposas plateadas cubren tus
cabellos,
el frío nocturno convierte a tus
mejillas en manzanas
y tus ropas son cubiertas por el luto
de las mías.
La muerte yace a nuestros pies mientras
sonreímos.
Noche sin luna ni estrellas,
la sangre mancha mis labios con su
espeso manto.
Noche sin confesiones ni palabras,
murmullos de amores que se van
olvidando.
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