miércoles, 25 de julio de 2012

El hombre impasible


Tus frías manos conjugan caricias de hielo,
mientras tu corazón de cristal es fuego,
como el fuego de tus cabellos y el de tus ojos dispares.
La vida crece a tu alrededor y tú te marchitas.

Los ideales que una vez se anclaron a tus labios
hoy son cenizas de claveles rojos.
Tu mentón se aprieta mientras tu alma se agita,
eres el templo de la rectitud.

Tú que revolucionaste el extenso cielo azul,
el hombre del espacio que acogió la pasión
y la dejó ir con tacones de aguja, poco a poco, despreciándola.
Eres el niño que maduró con gesto demasiado torcido.

Tu alma no alberga esperanza alguna,
ni siquiera podría despertarla un beso cálido.
La montaña más alta, eso eres.
Te has cobrado vidas inocentes por tu imparcialidad.

Buscas en el cielo una respuesta que ya llegó,
tus plumas rojas se confunden con la llama
que una vez coronó la punta de tu fina lengua.
Dios de los infiernos, ángel real y forastero espacial.

La tela de araña de tu léxico laborioso y técnico
es sin duda una prueba de tu debilidad.
Eres fuerte, firme y blando bajo tu túnica,
esa que envuelve tu blanco cuerpo, hay un trozo de esperanza


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