viernes, 7 de septiembre de 2012

Tóxico


Silencio roto con las entrometidas gotas de lluvia,
lágrimas de un ángel desolado en las calles tenebrosas.
El cálido mundo que conocimos ha muerto,
de sus cenizas surge su verdadero rostro.

La inocencia juega con las flores marchitas,
allá a lo lejos en el cerro del viejo cementerio.
La luz del sol no penetra entre los gases tóxicos,
y la sociedad adormecida sigue respirándolos.

Gris insomnio en este ataúd que llamo vida,
un apartamento minúsculo y una estilográfica sin tinta.
Describo mi dolor en suspiros de lápiz viejo,
mordido por mi ansia y cobardía implícita.

Silencio roto en medio de un invierno sin verano,
la primavera yace entre copos de polvo
y el otoño, donde todo muere, germina en mi alma.
Y yo no lo deseo, sigo siendo el fuego de las ascuas.

Pesimista ante el mundo, optimista ante el cristal.
Allá a lo lejos puedo veros, la silueta de guerreros
y el dulce sabor de la victoria en mis labios yertos.
Mi alma algún día explotará con la verdad.  

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