domingo, 27 de enero de 2013

No lo quiero


Baila, grita, sueña...
Llamas de la noche, venid a mí...
¡Yo estoy aquí! ¡No os temo!
¡Tendréis refugio en mi cuerpo!
Baila, grita, destroza sus sueños y huye.



He olvidado los días de sol y felicidad, el vino corriendo por mis venas y la sensación de paz. Siento dolor, noto como este me carcome y me quema dejándome sin aliento. Mis lágrimas están brotando igual que la locura en mis venas. ¡No! ¡No! ¡No quiero nada más! ¡No quiero que me compadezcas! ¡No quiero que te acerques! Puedo ver en tus ojos la amargura, el amor pasado, y me tortura como si fuese el peor de los castigos.

¡Y ahora estoy loco!
¡Eso dicen! ¡Eso gritan!
¡Loco! ¡Me señalan como loco!
Soy un ánima errante,
un espíritu sin cuerpo...
¡Me quitaste todo!
¡Todo me arrebataste
con tus sonrisas de demonio!

¡Guarda tu dinero! ¡Guárdalo y entiérralo contigo! ¡Huye lejos de mí sucio bastardo! ¡Huye lejos donde no pueda encontrarte y hacerte pagar por todo! ¿Te duelen mis palabras? ¿Te quema el odio? Te detesto... no sabes cuanto te detesto. ¡Tú querías ser amado por todos cuando no veías que el verdadero amor estaba en mis ojos! ¡Ni siquiera te preocupaste por mí lo suficiente! ¡No quería tu dinero! ¡Yo te quería de regreso! ¡Y cuando volviste lo hiciste cargado de una luz más cegadora!

Tú eras el cielo, el amado por todos, el codiciado, el sol se posaba en tus cabellos reconociéndote como su hijo y esos ojos azules que me escrutaban como sonrisas burlonas, porque así las sentía, cuando me cubrías con la capa que hicimos con tus malditos lobos. ¡Te odio a ti y a tus lobos!

¿Y yo qué era? Era el juglar que iba a tu lado. El patético muchacho que se aferraba a ti como si fueses Dios mismo y te sonreía. Mis dedos se congelaban en aquel apartamento mientras intentaba tocar para ti... porque eso era lo único que te interesaba cuando bebías. ¡Y me arrancabas lo poco en lo que me sostenía! Hiciste que tú fueses lo único en mi vida y cuando te fuiste me volví loco.

¿Cómo te atreves a echarle a otros las culpas? ¿¡Cómo demonios te atreves!?

He venido hacia ti para hacerte daño, el mismo daño que yo siento aún hoy tras siglos desterrado del mundo de los vivos y encadenado a la vez a su realidad insufrible.  

No hay comentarios: