Que mis sentimientos se transformen en
violín,
que los violines sean mariposas negras
y éstas aniden en tu pecho cubierto de
lágrimas.
¡Qué la lástima hiera tus muñecas y
cosa tus labios!
Quiero que el mundo se desmenuce como
terrón
y el esqueleto sea convertido en
partituras crueles
para que alegremente florezcan rosas
vulgares
y que las espinas se hundan en tu alma
deshonesta.
Seré la abeja que crea panal de hiel
en tu corazón,
seré el la hormiga que excave
profundamente
mientras repta como gusano de seda
y finalmente seré mariposa difunta en
tus manos.
Mírame volar convertido en notas
musicales
para luego mostrar mis ojos cafés
sobre los tuyos
vertiendo dolor, tortura y amargura sin
fin.
Yo seré la alegre pesadilla que te
hace llorar.
A. González
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